domingo, 18 de noviembre de 2012

Paz mundial






Cuando el profesor Jaime Nubiola nos hizo pensar sobre la cuestión de la paz en el mundo lo primero que hicimos fue darnos unos días de reflexión para que cada una pudiese pensar sobre el tema. Más tarde quedamos las tres y pusimos en común todo aquello que se nos había pasado por la cabeza en relación con la paz. Fue curioso ya que todas coincidíamos en que si algo es importante para lograr la paz en el mundo, es la paz personal e interior de cada uno.

A cualquier persona  que le preguntes por la calle, que si le gustaría un mundo con paz, seguramente respondería con un sí rotundo y a continuación añadiría la coletilla de que es una tarea complicada e incluso puede que imposible. Y es cierto, es algo complicado. Pero pensamos que no es imposible. Reduciéndolo a un nivel más cercano a nosotros, ya se nos hace difícil a veces mantener la paz dentro de un grupo de amigos, o en casa simplemente con nuestros padres y hermanos.

Pensamos que la cuestión radica en la paz interior de cada uno, si una persona no tiene paz consigo mismo irá transmitiendo esa sensación allá donde esté, ya que la primera guerra que nos traemos entre manos es aquella que emprendemos  contra nosotros. Nos enfadamos con nosotros mismos por nuestros errores, nos resentimos ante nuestras debilidades y queremos  progresar en distintos aspectos de la vida pero a veces no nos gusta su precio e incluso tomamos el camino fácil y pasamos por encima de otros. La superación de la frustración personal, de la envidia, de la soberbia, de la mentira en la vida de cada uno, nos puede traer la paz a nuestro mundo. Alcanzar esta paz es una tarea que probablemente nos lleve toda la vida pero que si no comenzamos nunca el camino hacia ella, no lograremos nunca alcanzarla.






Las pequeñas actuaciones en nuestra vida cotidiana que nos hacen la vida más sencilla y agradable con nosotros mismos y con los demás son probablemente la esperanza de que podemos dejar paz en el mundo a nuestro paso. Con esto nos referimos a una relación de fraternidad con todos aquellos que nos rodean y estos a su vez con los que les rodean, esta reacción encadenada podría dar lugar a una paz mundial. Es algo que debemos ir practicando día a día y por lo que cada uno ha de iniciar una lucha personal.

El tema de la paz en el mundo puede parecer un gigante al que es imposible hacerle frente, pero mirándolo desde esta perspectiva, podemos comprender que todos nosotros día a día debemos ir contribuyendo a esta paz, sobre todo dejando nuestros intereses personales a un lado y mirando por un bien común que a la larga se convertirá en una satisfacción personal. No es una tarea fácil, ya que es algo que no nos proporciona un placer instantáneo, pero si de verdad pensamos lo que decimos y creemos en ello y deseamos la paz mundial, tenemos que ser consecuentes y aportar nuestra paz interior para que forme parte de la paz en el mundo.


Realizado por:   

            Noelia Hernández Ciudad
            Beatriz Pérez Aldrey
            Andrea Myriam Utrilla Mayans


domingo, 28 de octubre de 2012

Una gran familia


         Mi familia está formada por 4 personas, mis padres, mi hermana y yo. Aunque no somos una familia muy grande con respecto a miembros, somos muy grandes en cuanto a valores.

            En mi caso y creo que en el de mucha gente, creo que el valor de la familia varía cuando te haces mayor, por ejemplo yo pienso en cuando era pequeña y no recuerdo valorarla tanto como ahora. Tal vez valorar no sea la palabra, a lo que me refiero es a que entonces no tienes tan en cuenta a la familia y sus opiniones ya que las cosas que te ocurren son menos importantes que cuando eres mayor.

Recuerdo que cuando era pequeña me levantaba de la cama y veía cómo mi hermana, 4 años mayor que yo, hablaba horas y horas con mi madre. En esos momentos yo deseaba poder ser mayor para hablar con mi madre y con mi hermana de cosas tan importantes como las que hablaban. Además, esa situación me provocaba una cierta envidia hacia mi hermana debido a la complicidad que se les veía a las dos.

Hoy en día, mi madre es el apoyo más grande que tengo. Todo, absolutamente todo lo que me sucede se lo cuento a ella ya que su consejo siempre suele ser acertado. Para mí, es el ejemplo claro a seguir, es una luchadora, es una persona que da todo por los suyos, es mi amiga, mi madre y mi guía. Muchas de las decisiones más importantes de mi vida han sido consensuadas con ella, con mi padre y con mi hermana.







Por otra parte, mi padre también es muy importante para mí. Según la opinión de mi madre yo tengo mucha debilidad por él. Es verdad que le tengo un cariño especial y que con poquito que haga me tiene ganada. Mi hermana también significa mucho para mí porque es un ejemplo a seguir. Le considero una de las personas más inteligentes que conozco, espontánea, trabajadora y humilde a pesar de su fuerte carácter.


                          


Puede resultar raro pero siento gran admiración por cada uno de mis familiares, todos tienen algo que merece la pena aprender de ellos. Además, tengo la suerte de tener unos abuelos estupendos a los que quiero muchísimo y que son un gran apoyo. Considero que soy muy afortunada por la familia que me ha tocado ya que es lo más importante que tengo. Sin ninguna duda, es lo primero en mi escala de valores. La familia es algo que por mucho que haya problemas, siempre está ahí.
  
Recuerdo las mil y una veces que me he quejado a mis abuelos y a mis tíos por no haber tenido más hijos, consideraba que mi familia era muy pequeña debido a que mis amigos tenían un montón de tíos y primos mientras que yo solamente tengo dos tíos y cuatro primos carnales. Con el tiempo me he dado cuenta de que el dicho “más vale calidad que cantidad” tiene toda la razón, mi familia no será muy grande en cuanto a cantidad se refiere pero en cuanto a calidad cada uno vale su peso en oro. 




lunes, 8 de octubre de 2012

Vivir en paz


¿A qué nos referimos realmente cuando decimos que queremos vivir en paz? Llevo días dándole vueltas a esta frase y creo que he sacado unas  cuantas cosas en claro.

En muchas de las discusiones que he tenido con mis padres siempre acababa cerrando la puerta de mi habitación al grito de ¡dejadme vivir en paz! A lo que me refería cuando decía esta frase era que me dejasen hacer las cosas que yo quería, las cosas que a mí me gustaban. Pensándolo mucho, doy gracias a mis padres por tantas veces que me han hecho hacer lo que ellos creían que era lo correcto porque siempre daban en el clavo.

Dándole muchísimas vueltas a este tema me he dado cuenta de que vivir en paz no consiste en hacer lo que uno quiera en el momento que quiera. Para vivir en paz hay que seguir una serie de derechos y deberes y después ya vendrá el disfrute. Cada uno de nosotros tenemos unos derechos y unos deberes que se nos han impuesto como por ejemplo estudiar, hacer las cosas de casa… ¿No es verdad que si uno mismo hace primero estos deberes luego cuando hace las actividades que le gustan, lo disfruta más? En mi caso la respuesta es sí. Muchas veces me ha pasado el dejar a un lado cosas que debía hacer por cosas que me apetecían y en el momento de disfrutar estaba dándole vueltas a las cosas que no había hecho y creándome un agobio innecesario.









Además, creo que para vivir en paz hay que encontrar un equilibrio entre la razón y los sentimientos. Antes, yo creía que debía dejarme guiar por los sentimientos sin pensar en las consecuencias pero a base de “golpes”,  he aprendido que en muchos casos está bien eso de pensar antes de actuar. Dejarse llevar por los sentimientos está muy bien en algunos momentos pero en muchos casos lo que viene después no es tan agradable. Con esto me refiero a que en muchos casos hacemos cosas sin pensar y después de hacerlas nos damos cuenta de que no están bien y eso nos produce agobio, desesperación… no dejándonos vivir en paz. Tampoco basarse únicamente en la razón está bien porque si piensas las cosas demasiado hay veces que dejas de hacer cosas que de verdad son importantes y que te hacen crecer. El dejar de hacer cosas por pensar demasiado puede crear en nosotros pensamientos que nos hacen desesperarnos y no vivir en paz.

Otra cosa importante para vivir en paz según mi punto de vista, es centrarse menos en uno mismo e intentar ayudar a los que de verdad lo necesitan. Creo que cuando ayudas a alguien necesitado, te sientes mejor, más humano y es otra forma por la que puedes vivir en paz.

Todo lo que he ido diciendo son una serie de pautas que en mi opinión hay que seguir para que vivamos en paz pero creo sinceramente que nunca llegaremos a vivir del todo en paz. Con esto me refiero a que siempre hay algo que nos ronda la cabeza y que nos hace estar inquietos, y si no lo hay, nosotros nos buscamos algo por lo qué estar preocupados o agobiados.








sábado, 6 de octubre de 2012

Renovarse o morir.



¿Renovarse o morir? ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Antes me parecía un tópico pero ahora no me hace falta más que mirar a un lado y a otro para saber que no es así, que definitivamente la respuesta es renovarse.


Es verdad que este tema se puede ver en todas las edades pero últimamente es más exagerado en la gente joven. Es en esta en la que veo más ansia por una compra compulsiva en cuanto a  nuevas tecnologías y en estar a la última en lo que respecta a la moda.


Al llegar a la universidad, lo último en tecnología era la BlackBerry, al principio no había mucha gente con este móvil pero poco a poco empezó a ser una plaga en la que yo misma caí. Al año de esto, se pusieron de moda los Samsung Galaxy, los iPhone, los iPad… y claro, también había que conseguir uno de éstos aunque el precio fuera cuanto menos razonable. Cada poco tiempo, la famosa marca Apple, anuncia el lanzamiento de un nuevo iPhone que será aún mejor que el anterior haciendo así que todos estén a la expectativa, haciendo que la gente joven se gaste dinerales porque además de su diseño y su buenísimo funcionamiento, es lo último en tecnología y no nos podemos quedar atrás. ¿De verdad puede haber mucha diferencia entre un iPhone y otro con el poco tiempo que dan a que se desarrolle nueva tecnología? La respuesta es fácil y clara, da igual que no se diferencien en casi nada con tal de que tengamos lo más nuevo.

En cuanto a la moda, recuerdo que en primero de carrera estaban de moda las famosas botas de agua de la marca Hunter. Sí, esas botas que son plástico puro y duro y que suelen utilizar los albañiles en las obras pero no de esta marca. Al principio parecían no gustar mucho pero poco a poco fuimos cayendo como moscas en la miel. En lo que respecta a este tema puedo añadir muchísimas prendas que se han ido poniendo de moda y que han hecho que muchas de nosotras compremos compulsivamente cuando realmente no nos hacía falta alguna pero como llevo rato diciendo, últimamente lo que prima es renovarse a morir.

En moda no sólo somos las chicas quienes caemos en lo último que sale al mercado. ¿Qué me decís sobre las botas de fútbol? ¿No es verdad que los chicos que juegan a fútbol suelen querer lo último en éstas? Cada nueva bota que sale al mercado suele prometer algo nuevo y diferente a la anterior.

Es triste pero en muchos casos la sociedad nos lleva al consumismo compulsivo, a gastar dinero en cosas que realmente no nos hacen falta y menos en esta época de crisis. Con este ensayo no quiero criticar a nadie porque yo misma soy la primera en querer lo último a nivel de moda y tecnología. Lo que realmente quiero es hacer pensar que como dijo Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”, que no valemos más o menos por las cosas que compramos. Consumir en sí, no es malo, siempre y cuando sea necesario o sea algo puntual y razonable.




Somebody that I used to know-Walk off the earth. 





Autobiografía



Nací en San Sebastián-Donostia, lugar de residencia de mi madre, el 4 de mayo de 1992. Al poco de nacer me trasladé junto a mi familia a Puente La Reina, pueblo cercano a Pamplona donde vivía mi padre. A los tres meses de nacer, debido al trabajo de mis padres, tuve una niñera llamada Yolanda a la que cogí mucho cariño y de la que todavía me acuerdo con mucha alegría.


En junio de 1993, mi hermana enfermó y fue llevada al hospital. El médico, debido a que no sabían qué le ocurría, decía que mi hermana era como un pájaro que residía en Hispanoamérica que cuando cantaba tenía el don de “engañar” sobre su localización. Esto se debía a que mi hermana decía que le dolía el estómago y no encontraban nada que pudiese provocarle dolor. Dos semanas después, el médico se dio cuenta de que la enfermedad que tenía era neumonía con derrame pleural y tuvo que ingresarla en la UCI. Debido a la gravedad de la enfermedad, le operaron de urgencia ya que temían por su vida. Por suerte, la operación fue un éxito y tras unas semanas volvió a casa.


Cada viernes, teníamos la costumbre de pasarlo con mis abuelos. Unas veces íbamos a San Sebastián y otras nos quedábamos en el pueblo con los abuelos paternos. Como estos últimos tenían una casa muy grande con piscina, toda la familia disfrutábamos del verano en esa casa. Además, mis abuelos siempre preparaban juegos para hacernos disfrutar a todos los nietos y hacían que cada verano fuera inolvidable. Guardó un gran recuerdo de los veranos que pasaba junto a mi primo Javier, un año mayor que yo.

Comencé mis estudios en la escuela comarcal de Puente La Reina, lugar donde conocí grandes amistades que conservo en la actualidad. En 1995, di un pequeño susto a mi madre debido a que no me había movido en toda la mañana de mi pupitre debido a que no me encontraba bien. Mi madre, muy preocupada, me llevo al médico y éste le dijo que debido a los síntomas podía ser meningitis y que debía pasar la tarde en observación. Se confirmó que era meningitis y me llevaron al hospital porque tenían que hacer una serie de cultivos para saber si era vírica, B o C. Por suerte, era vírica así que no fue tan grave como podía llegar a haber sido.

En el 2000, debido a que en la escuela no se cursaba más que primaria y mi hermana mayor ya había terminado, fue cuando nos cambiaron de colegio a Santo Tomás-Dominicas, en Pamplona. En 2005, murió mi abuelo materno ya que tenía cáncer y fue un golpe bastante duro para la familia ya que no habíamos sufrido otro caso con esta enfermedad.

Al terminar la ESO, animada por mi familia, elegí hacer bachillerato por la rama de ciencias de la salud. Debido al énfasis que mi madre puso para que sus dos hijas hiciesen una carrera que tuviese que ver con la salud, mi hermana hizo Enfermería y yo estoy haciendo Farmacia.